En un estrecho callejón de Tokio, anunciándose con un pequeño anuncio, se esconde un curioso café que acoge a sus clientes desde hace más de cien años. Inmortal como él solo, Funiculi Funicula —sí, como la canción napolitana— mantiene el encanto de su decoración original y, pese a carecer de aire acondicionado, permanece fresco todo el año. Un recinto curioso, de esos a los que accedes por una estrecha escalera que te transporta a otra época, a una con tintes mágicos. Y quizá así sea, después de todo corre por la ciudad una leyenda urbana que dice que en Funiculi Funicula se puede viajar en el tiempo, sin embargo, quizá sea una pérdida del tiempo. Se siente tan natural, un poco supernatural, que el concepto de realismo mágico puede pasar por tu mente.
Al cabo de unas cuantas páginas, Before the coffee gets cold nos revela la verdad detrás de la leyenda que llegó a revistas. Puedes viajar en el tiempo, sí, pero esta hazaña tiene una serie de reglas que, para una persona normal, le restaría interés a un viaje en el tiempo. Para empezar, el cliente se tiene que sentar en una silla en particular, no se puede parar de allí y, lo más importante, tiene que beber el café antes de que se enfríe. Ah, además… el presente no cambia.
Hablar de viajes en el tiempo usualmente conlleva la posibilidad —o necesidad— de realizar un cambio en el presente. Con esta simple regla que Toshikazu Kawaguchi creó en Before the coffee gets cold se da un cambio en el significado de viajar en el tiempo. Una vez tras otra, vemos a las mujeres de este libro lidiar con la realidad y enfrentarse a sus emociones, a lo que significa volver a ver a una persona por última vez o conocer a alguien por única vez. Es duro, sin duda, y cargado de sentimientos muy al estilo de un manga o anime shojo.
Lo japonés en Before the coffee gets cold.
No es que el libro sea “muy shojo”, sino que es muy japonés, como es evidente desde su origen. Va más allá de los nombres o ese pequeño asombro con el que se mira lo occidental, que se observa un par de ocasiones a lo largo de los cuatro capítulos que conforman el libro. Está flotando en el ambiente, en las descripciones de las cigarras, el comportamiento y la demostración de sentimientos de los personajes.
Before the coffee gets cold nos presenta personajes que cazan con estereotipos ya observados en el anime o los mangas. El hombre enorme y agradable con una esposa frágil y encantadora, una joven bastante irreverente en uso de su libertad, una mujer exitosa en quien recae la explosión casi cómica de emociones y una colegiala que aparece casi cual torbellino, por ejemplo. Todo se acentúa con las interacciones en el café, nuestro escenario; son personajes bien definidos y con un color muy distinto. Incluso la mujer del vestido, que no habla y sólo lee.
Aunque decida omitir hablar de este último personaje tan curioso, por el bien de la experiencia del lector, necesito hablar de un factor que se incluye en el libro: lo sobrenatural, más allá del viaje en el tiempo y la inquietud que parecen plasmar los japoneses en sus obras. Aunque sea a través de una única personificación de lo sobrenatural, una vez más se hace presente esta inclinación de los japoneses por esta temática. A mí me encantó, pero me gustó la naturalidad con la que Kawaguchi incluyó este factor, como si fuese lo más común del mundo estar en contacto con uno de estos seres; mínimo así era para los trabajadores en el café y los clientes frecuentes, sin duda.
Y finalmente, en este pequeño repaso por lo japonés, nos encontramos toda una ceremonia a la hora de servir el café para iniciar el viaje en el tiempo. Aquellas líneas breves narrando el suceso me remitieron a la ceremonia del té. Un poco solemne y hechizante, el segundo anterior a esfumarse, a convertirse en uno con el vapor del café.
Antes de que el café se enfríe…
Toshikazu Kawaguchi reúne lo sobrenatural y lo japonés en una narrativa cuyo estilo para algunos puede llegar a pecar de sencillo. Es breve, apegada en los últimos instantes a su origen teatral —porque es una obra que vio la luz primero en los escenarios— y aún así te mueve las emociones hasta el punto del llanto, al menos en mi caso.
Before the coffee gets cold es una historia de pérdidas y esperanzas; de preguntarse a quién volverías a ver y qué te faltó decir; de aprovechar el tiempo, enfrentar los miedos y superarlos. Sin duda, un libro reconfortante para leer en una tarde tranquila o un día lluvioso.