En mis viajes por la comunidad literaria me he topado con una de las estrellas de hoy: el cliché. En su mayoría quejas. Que si es un refrito de otras ideas, que si es el típico bad boy, insta-love, triángulo amoroso, el elegido/la elegida, la mary sue, gobierno opresor dentro de una distopíay la lista puede seguir. Sólo hay un detalle, no todo es cliché.
Ahora bien, si no todo es cliché… ¿qué es el cliché exactamente? Nuestro tumbaburros favorito nos responde con diversas acepciones a la pregunta, siendo una la relevante para el tema:
Es decir, el cliché está conformado por características, frases y elementos —superficiales— de un personaje o situación, éstas se repiten hasta el punto del cansancio y pierden la relevancia e impacto que una vez tuvieron. Aquí entran el bad boy, la nerd y el chico popular, el chico/chica con daddy issues y el insta-love de las novelas juveniles, por nombrar algunos, ¿okay?
El clichénos habla de la forma que toma un elemento en la historia, esto significa que no toca los «roles» o el fondo. Éstos son el campo del arquetipo, una palabrita compleja con un significado profundo:
En psicología y crítica literaria, [el arquetipo] ha llegado a significar una figura/idea mítica o universal que se repite a lo largo de la historia y en todas las culturas, como el héroe y los amantes desafortunados.
En resumen y palabras sencillas, por naturaleza, el arquetipo no cae en el clichéporque son roles que representan verdades/ideas universales, aunque también pueden representar dilemas. Así, los arquetipos poseen características específicas que los distinguen unos de otros.
El problema viene cuando un personaje tiene un arquetipo de base —el héroe, por poner un ejemplo— y se construye con características que han sido explotadas al por mayor, bueno haciendo de todo y múltiples intereses amorosos. Es entonces cuando el arquetipocruza la raya y cae en el cliché… y se gana la crítica de cierta parte del público.
Digo «cierta parte» porque el clichéno es molesto para todos los lectores, sobre todo porque el autor puede darles su propio toque.
Por ejemplo, el triángulo amoroso suele ser el cliché más común en la literatura juvenil romántica. Cansa, sí, cuando el autor se empeña en poner un tercer factor a la ecuación, siendo evidente que no tiene lugar en ella. Sin embargo, hay unos —como el representado en The Infernal Devices de Cassandra Clare— donde verdaderamente funciona y se le puede aplaudir por el manejo del cliché.
Ahora bien, cuando se dice que equis libro es un cliché porque el protagonista (A) pasa por una estructura similar a otros protagonistas (B) y resulta que este protagonista (A) es el héroe… well, probablemente sea porque es un arquetipo. Es conocido como el viaje del héroe (o monomito) y Joseph Campbell lo explica muy bien.
Me ha tocado leer quejas hacia la novela distópica y sus protagonistas, «cliché» les dicen. Yo no diría que le esencia del protagonista de la novela distópica o su contexto (gobierno opresor, desigualdades marcadas, etc.) es un cliché, ¿motivo? El protagonista es el héroe y como se puede ver en el video anterior, todos los héroes pasan por el mismo viaje. Son elegidos, obtienen un mentor, pasan retos, caen, se levantan, peripecias y vencen. Es una fórmula establecida.
Y en cuanto al contexto… cada género tiene sus elementos, las sociedades distópicas generan una sensación de bienestar que oculta la opresión del gobierno y se encuentran en un punto en que basta un error para que se desate una rebelión. Así que un cliché tampoco es seguir lo marcado para cierto tipo de literatura.
Cliché es y siempre será la repetición de elementos superficiales en la construcción del personaje o frases choteadas. Uno como escritor tiene que tener mucho cuidado de no caer en ellos o manejarlos con habilidad y sacarles el mejor provecho, porque una cosa es real: siguen dando vueltas porque funcionan, hay suficiente gente que los lee e incluso los ama. Y el lector tiene de dos sopas: los disfruta (y ayuda a que perduren) o hace berrinche porque está leyendo lo mismo.
Y probablemente, si es lector asiduo de la literatura fantástica, va a leer lo mismo quince veces con nombres, colores y formas distintas, porque como vimos… hasta el héroe tiene un viaje establecido. Bienvenido, monomito.