Tras el impactante desenlace de The Cruel Prince, su sucesor (The Wicked King) se convirtió en uno de mis libros más esperados de 2019. ¿Mis expectativas? Hasta el cielo. Y más con la aparición de fanart relativo a esas escenas que todos esperábamos que ocurrieran en The Wicked King. A todos parecía chiflar The Wicked King, ¿y a mí?
Bueno, yo estuve trabajando arduamente en aprobar mi sexto semestre universitario. Por lo tanto, llegué tarde (pero sin spoilers) a la fiesta y recién puedo decir mi resolución: uno no se topa todos los días con una secuela tan hechizante y con propósito.
Sin más preámbulos, la sinopsis (¿debería decir #spoileralert?):
Después de la sorprendente revelación de que Oak es el heredero de Faerie, Jude debe mantener a su hermano menor a salvo. Para hacerlo, ha atado al rey malvado, Cardan, a ella, y se ha hecho a sí misma el poder detrás del trono. Navegar por las alianzas políticas en constante cambio de Faerie sería bastante difícil si Cardan fuera fácil de controlar, pero hace todo lo que está a su alcance para humillarla y socavarla, aun cuando su fascinación por ella no ha disminuido. Cuando queda claro que alguien cercano a Jude quiere traicionarla, amenazando su propia vida y la vida de todos los que ama, Jude debe descubrir al traidor y luchar contra sus propios sentimientos complicados por Cardan para mantener el control como mortal en el Mundo de las Hadas.
Si tengo poco qué decir respecto a The Wicked King se debe a la complejidad de mis emociones respecto a él. Cuando lo terminé, es decir, ayer (11/06), quedé impactada.
En The Cruel Prince observamos a Jude trazar planes, formarse y obtener el poder, con el fin último (según esto) de proteger a Oak. En esta ocasión, la protagonista está luchando para mantener ese poder que ha obtenido y el entorno no permite que pierdas de vista que es distinta al resto de los seres en ese mundo: nadie considera que sea la adecuada para ser senescal del Rey. Es de esperarse. Jude es humana y en The Wicked King la sentí más humanizada que en la primera entrega. Se nota la inferioridad y vulnerabilidad del hombre, así como su tenacidad y resiliencia, además de su capacidad de actuar a su libre libre albedrío, sin la necesidad de estar atados a la verdad como las hadas.
«Power is much easier to acquire than it is to hold on to.»
Holly Black, The Wicked King.
Las hadas, además de poder decir sólo la verdad… están obligados a cumplir sus promesas. Aquí entra un segundo problema: Cardan. Yo resumiría a este personaje como: recordatorio constante de que mi promesa con Jude es un año y un día, después no tiene poder sobre mí, pero mientras eso ocurre… ¡daré lo mejor de mí! Pero ese «daré lo mejor de mí» es vivir el libertinaje sin un ápice de respeto por la Corona.
No hay duda, la desesperación de Jude tiene pies y cabeza. Chocan un día sí y el otro también, pero se enredan entre ellos de una forma que logras sentir la tensión y los sentimientos que van creciendo. Al final del día, te quedas reflexionando en que Cardan necesita el amor que jamás ha vivido y por el cual ha resultado… en lo que es.
» I have said that he has the power to deliver a compliment and make it hurt. So, too, he can say something that ought to be insulting and deliver it in such a way that it feels like being truly seen.»
Holly Black, The Wicked King.
Holly Black nos presenta personajes más complicados de lo que puedo y quiero (sería demasiado spoiler) explicarles. Siempre a través de una narrativa con tintes mágicos y una construcción detallada del mundo por el que caminamos. Hay vueltas inesperadas en la trama, traiciones e intercambios que, madre santa, me dejaron con la boca abierta.
En The Wicked King uno como lector debe esperar traiciones, personajes grises y morales dudosas. Sólo hay tres humanos, miles de hadas. Estos últimos no se dan cuenta, pero son más parecidos a los humanos de lo que quieren reconocer. Y eso es maravilloso.